"Scream Queer!", la influencia LGBT+ en el cine de terror

Es innegable dialogar de que el cine de terror nace siendo queer. Creadores como F.W Murnau o James Whalen, grandes influencias a las historias de terror quienes eran abiertamente homosexuales además.

Javier Parra, crítico de cine y escritor de Scream Queer, un ensayo que ofrece un extenso recorrido por la evolución de la representación LGTBIQ+ en el género genial y de terror. Si además tenemos en cuenta la gran tradición de villanos representados de forma amanerada, y relaciones de poder entre dos hombres en las que prima la sumisión, de aquí es de donde surge dicha afirmación, la cual mantuvo durante algunas décadas la asociación entre la monstruosidad y el colectivo LGBT+, mencionó para una entrevista con The Objective.


La obsesión de Parra por el cine de terror comenzó con los libros de Pesadillas y continuó con cintas como Scream, o la impactante y provocativa El desayuno sin ropa, de David Cronenberg —en la que un autor vicioso a ciertas drogas empieza a padecer alucinaciones que lo transportan a un mundo de pesadilla plenamente kafkiano, donde el encanto por las colaboraciones entre hombres y el sexo independiente son concebidos como una sección normalizada de la existencia—. «Sería bastante positivo llegar a vivir en un mundo de esta forma, donde las líneas entre lo queer y lo heteronormativo no supongan parámetros ni fronteras.


Javier Parra / Twitter


“Volviendo a dicha forma de representación de villanos y monstruos comprendidos como personas ajenas a lo heteronormativo, estamos con las teorías de la dualidad entre héroe y villano, en las cuales además cabe la dualidad entre heterosexual y no heterosexual.


Entre otras cosas, Scream Queer examina cómo nace en verdad en la pantalla grande hollywoodense la concepción monstruosa del homosexual y la lesbiana, o de qué forma se ha sido convirtiendo al monstruo de momento «en una amenaza disfrazada de hombre blanco aparentemente heterosexual desvelado después como homosexual reprimido —o pedófilo, o travestido enajenado, o gay deliberadamente violento—, en una concatenación de casos que se habían adentrado en lo más oscuro del psychothriller”.


Pesadilla en Elm Street 2


El auge del cine de explotación en los 70 contribuyó inicialmente a la normalización de los personajes LGBT+ en las cintas de terror. “Cada vez son más los individuos del colectivo que aparecen representadas en pantalla (esto podría ser equiparable a la representación de individuos racializadas)», comenta el creador, «y cada vez lo elaboran de una manera muchísimo más empoderada y alejada de los clichés que vienen perpetuando ya hace décadas”.


“Este es el motivo por el que, en la actualidad, esos jóvenes que amen el cine de terror y no se sientan parte del colectivo, o todavía no se atrevan a serlo, van a poder verse muchísimo más determinados (y de manera más explícita) con las novedosas representaciones.”


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